tu párvula boca

ficciones, realidades y otros sueños…

Categoría: cine

La noche que acabó en boda

Hace ya un año, el 4 de marzo, me invitaron a compartir mi código fuente audiovisual en la presentación del festival ZEMOS98. A través de material audiovisual fui enseñando un mapa de mis referencias a la hora de crear, conceptos que me interesaban y habían aparecido en fragmentos que de una u otra manera me fascinaban. A la vez, casi inevitablemente, iba mostrando mis entrañas, mis deseos y mis debilidades, mis anhelos y mis miedos. Esa noche, con un final feliz infinito, me parece, un año después, tan lejana como cercana en esa sensación esquizofrénica de un tiempo vivido con plenitud y que me ha hecho inmensamente feliz. Quiero compartirlo ahora de nuevo, porque las cosas que nos hacen bien hay que recordarlas y compartirlas.

Cuando empecé a pensar qué elegir para mostrar, sufrí el terrible miedo a la hora en blanco: el no saber por dónde empezar. La primera opción que pensé era recurrir a mis películas favoritas, pero siempre he odiado hacer listas de favoritos. Me gustan tantas cosas que me cuesta desechar, así que me saldría un repertorio excesivamente largo. Finalmente decidí empezar por un concepto que me parecía muy ligado a la creación, para ver así a qué otro concepto me llevaba este primero y emprender un viaje a ciegas sin saber muy bien a dónde llegaría.

el big bang.

Para empezar, este fragmento de Zabriskie Point de Antonioni: una explosión, un Big Bang, el principio de todo. Me gusta mucho la idea de que nazcamos de una explosión, porque para mí la creación artística es un poco igual. Todo parte de una explosión que se produce dentro de nosotros y esparce unos elementos. Una explosión que viene del corazón, de la cabeza, de las entrañas… de donde sea. Y esa explosión es la que te genera la necesidad de crear.

Pero por mucho que se cree el mundo, para que nosotros estemos aquí ha tenido que nacer el hombre. Igual pasa en las ficciones. Se crea un mundo con la explosión, pero necesitamos poblarlos de personajes para contar historias.

En muchas mitologías, tanto la judeocristiana como otras paganas, el dios o los dioses crean un ser de barro o de otro elemento y le dan la vida. Así que eso somos, muñecos insuflados de vida por los dioses.

el nacimiento del hombre.

Cuando nos ponemos a pensar en qué nos influye, a veces caemos en el error de creer que el cine sólo nos ha influido después de conocer a Godard o aprender a escribir Ernst Lubitsch correctamente, pero eso no es así. Por eso quería incluir algo que me fascinara desde la infancia. Yo siempre había pensado que Chitty Chitty Bang Bang era como Mary Poppins, una película en el imaginario de todo el mundo, pero al crecer me di cuenta de que no, y me parece algo horroroso. Todo el mundo debe ver Chitty Chitty Bang Bang. En esta película hay muchas cosas que le pueden gustar a un niño, como un coche que vuela, pero a mí desde pequeño me atrajo especialmente este fragmento y no sabía por qué. Ahora creo que lo que me gusta es la mirada que tienen ellos dos al final. Son dos personajes que durante toda la película, de manera muy inocente porque es para niños, tienen una tensión sexual evidente y en esta mirada lo reconocen. Justo cuando están disfrazados es el momento en el que no pueden esconderse y se delatan. Tal vez había cierta excitación en mí porque en eso veía una mirada precoito, casi. Inevitablemente aparece el sexo. Se crea el mundo, nace el hombre y el hombre se reproduce a través de sus relaciones sexuales.

Y con el sexo llega la danza. No sé qué valor antropológico tendrá esto, pero me da igual porque yo creo ficciones, y me gusta pensar que aprendimos a bailar para conquistar. La danza, después de todo, es nuestro rito de cortejo.

danzad, malditos.

Este fragmento pertenece a Pas de deux, del videoartista Norman McLaren. Es muy sencillo, sin nada de posproducción, con todo el trucaje hecho en cámara, pero resulta muy hipnótico. Cuesta apartar la mirada de la imagen de estos bailarines automultiplicados que se acercan y se comunican con el movimiento de sus cuerpos. Pero si estamos hablando de sexo tal vez tengamos que ponernos más explícitos.

el origen del mundo.

Gustav Courbet llamó a este cuadro El origen del mundo.  Dudo mucho que Courbet se quedara tan en la superficie y pensara que simplemente el sexo es el origen del mundo. Verdaderamente, el origen del mundo es el amor.

Este fragmento pertenece a Johny Guitar. Aunque Johny Guitar sea un western, ésta es mi escena favorita de melodrama. El melodrama suele ser un género bastante denostado, mal visto. Queda bien decir que no te gusta el melodrama, pero a mí me parece algo absurdo, porque el 90% de las películas contienen algo melodramático. Decir que no te gusta el melodrama es como decir que no te gusta la cebolla y luego comértela en todas las salsas.

Pero volvamos al tema del que estábamos hablando. Decíamos que el origen del mundo, o de la creación, es el amor. Para crear algo hay que amar, aunque sólo sea al deseo de crear. Pero todo tiene su opuesto. El opuesto de la creación sería la destrucción, y en cierto modo hay que destruir algo para crear algo.

el origen de la guerra.

La artista francesa Orlan llamó a este cuadro El origen de la guerra, en contraposición al de Courbet.

Si para hablar del amor utilizamos un western, también vamos a utilizar otro para hablar de la guerra. Es Pat Garrey y Billy the Kid, una película de Sam Peckimpah. El western también es un género que solemos valorar negativamente, seguramente porque cuando éramos pequeños nuestros abuelos veían unos westerns horrorosos cuando nosotros queríamos ver los dibujos animados, pero algunos son maravillosos. Lo que me gusta de éste es que habla de la traición inevitable por las circunstancias. Es un western crepuscular, que habla del final del oeste, de cuando el salvaje oeste deja de ser tan salvaje porque llega la civilización. Pat Garret, que era compañero de Billy the Kid, un forajido como él, se ha pasado al lado de la civilización, de la ley, y ahora tiene que buscar a su amigo para matarlo. Es algo muy triste, y en realidad esto es lo más triste que tienen las guerras: separar a la gente en bandos y obligarles a matarse.

En este fragmento se encuentra la situación que he contado: Patt Garret matando a alguien que antes era de su bando, un viejo amigo. Pero esto pasa a un segundo plano de repente por la muerte de este señor, que siendo completamente secundario tiene una de las muertes más espectaculares del cine. La manera en la que está narrada esta muerte le da un halo casi místico. No se queda quieto donde ha recibido el tiro, sino que algo le llama hacia el río, como si fuera la vida que va al mar que es el morir. La indígena que intenta acercar se a él, pero no se atreve y le deja su espacio, su intimidad con la muerte, y sonríe mientras llora como si la muerte sólo fuera un tránsito. El cielo está encendidísimo, como habitado por un dios. Y Dylan. Dylan llamando a las puertas del cielo porque the times they are changin’.

Ya tenemos el amor y la guerra como dos polos, pero a veces estos polos se mezclan y las batallas se libran en las trincheras de los sentimientos. De todas estas guerras, las que más me gustan en la ficción son las guerras frías, en las que los bandos se arman pero no son capaces de empezar la batalla, los personajes no pueden comunicarse y todo va por dentro.

vietnam, mon amour.

Las guerras en el amor producen heridas, daño. Supongo que así debieron empezar la pena y la tristeza.

El fuego fatuo, de Louis Malle, me recuerda un poco a A Single Man, de Tom Ford. En las dos vemos un día en la vida de un hombre con deseos suicidas, pero, claro, la de Malle es francesa y por tanto más existencialista. En ella se encuentra la defición más bonita de la tristeza.

une, perpetuelle.

La pena como una angustia única y perpetua. La felicidad también es igual, una y perpetua y lo impregna todo.

Esto depende mucho de la mirada de cada uno, del sentimiento con el que decide vivir. Me gustan mucho los personajes (y las personas) que ven su vida de una forma especial, que son autores de su vida no sólo por lo que hacen sino por cómo fabulan su propia vida. Fellini es especialista en crear personajes con universos propios, que viven en paraísos artificiales que ellos mismos han creado. De estos personajes, mi favorita es Julieta de los espíritus.

dream a little dream of me.

El abuelo de Julieta tomó una decisión y su vida no volvió a ser la misma. A mí siempre me ha costado mucho tomar una decisión, menos en algunas cosas importantes. Me cuesta no por miedo a enfrentarme al camino que elijo, sino por nostalgia de no vivir lo que he decidido descartar. Antes de tomar una decisión todo puede pasar. O no pasar. A esto hay a quien le gusta llamarlo contingencia.

contingencia.

Muy relacionado con lo que pase o no pase están las casualidades y la causalidades. Todo lo que hagamos tiene una consecuencia pero hay cosas que no podemos controlar.

casualidad.

1. f. combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar.

Cuando vivía en Francia tuve una asignatura de francés horrorosa en la que teníamos que estudiarnos definiciones de las palabras. A mí aquello me enfadaba mucho porque me parecía absurdo e inútil, pero me di cuenta de que a veces una definición de diccionario es tan simple y tan fría que está abierta a más significados. Hubo una que me gustó especialmente. Collision. Choque de deux corps qui se rencontrent. Colisión. Choque de dos cuerpos que se encuentran. Una colisión empezó a parecerme algo precioso.

El siguiente fragmento trata de esto, de las casualidades/causalidades y de una colisión.

Todos estamos expuestos a esto, a que una serie de catastróficas desdichas o maravillosas casualidades sucedan y nos cambien la vida para siempre.

Tal vez sea esta incertidumbre la que nos hace querer celebrar las cosas de las que estamos seguros, la que nos hace establecer ritos. Celebramos que alguien ha nacido, celebramos cumpleaños, celebramos que ha crecido o celebramos que nos amamos y nos casamos.

Ojalá un día me encuentre yo con una boda como ésta.

las bodas de caná.

Una novia que vuela, un mono invitado y una tarta con músicos. Resulta difícil imaginar una boda más completa.

Para cerrar el ciclo, ya que empezamos hablando de la creación, tenía una pieza sobre la muerte, pero al final se me quitaron las ganas y como no creo en la muerte decidí no hablar de ella.

Decidí cerrar con un vals, porque mi mejor recuerdo de ZEMOS es un vals, para que celebrásemos bailando el banquete de la boda que acabábamos de ver y de las bodas que estuvieran por venir.

bonus track.

Los recovecos de la Wertmüller

Como sandía mientras diluvia contra mi ventana. El sol hoy ha salido tímidamente durante la hora del almuerzo haciéndonos pensar a los neoyorquinos, a mí, a las ardillas de Union Square, que la primavera había llegado. Y tal vez esté aquí, pero cargada de agua. Pienso en un nombre y busco información: Lina Wertmüller.

Odio que me pregunten por algo favorito. Me gustan tantas cosas que no puedo elegir sólo un color, una canción, una ciudad, un película, un director. Sin embargo, si empiezo a pensar en una lista de directores favoritos, siempre aparece Federico Fellini entre los primeros nombres. No recuerdo película suya que no me haya fascinado, que no haya querido volver a ver justo después de haberla terminado. Su puesta en escena barroca, a ratos onírica, siempre grandilocuente me atrapa. Julieta de los espíritus, 8 1/2, La dolce vita, La strada… Recomiendo absolutamente todas las películas de Fellini, incluso las que no he visto, porque sé que me van a gustar. Yo, que soy mitómano confeso, siempre he dicho que si tengo que llevar gafas serán como las de Marcello Mastroiani en 8 1/2. Por eso, cuando me enteré de que las aulas de la New York Film Academy tenían nombres de cineastas, me hacía ilusión que me tocara la suya. Una ilusión tonta tal vez porque pensaba que dentro de un sitio con su nombre todo lo que podría aprender sería más todavía, mejor todavía. Sin embargo todavía no la he pisado. Una vez me ha tocado Kubrick, otra Orson Welles, las demás Lina Wertmüller. ¿Pero quién es la Wertmüller esta?

Primero pienso, claro, que es alguna directora alemana. Pero llego a casa, me pongo a investigar y resulta que no. No sé de dónde sería la abuela de la Wertmüller, pero Lina es italiana. Empezó siendo actriz y (¡sorpresa!) pronto fue la asistente de dirección de Fellini en 8 1/2. La falsa alemana desconocida se convierte de repente en algo parecido a lo que yo había deseado. Empezó a dirigir en los sesenta, pero fue en la década los setenta cuando tuvo su etapa dorada. Con la película Pasqualino Settebellezze consiguión cuatro nominaciones al Oscar en 1976, siendo así la primera mujer en la historia del cine que optaba a la estatuilla por la categoría de dirección. El director de Rocky se lo arrebató. Treinta y tres años después ninguna mujer lo ha conseguido aún y sólo dos más han sido nominadas: Jane Campion por El piano y Sofia Coppola por Lost in translation. Casualmente el año anterior Federico Fellini también se quedaba a las puertas del Oscar a mejor dirección con Amarcord.

Sin embargo, la Wertmüller también tiene detalles bizarros que me ayudan a mitificarla, y a quererla (tal vez) sin haber visto una sola de sus películas. No solamente era conocida por elegir títulos tan largos que siempre se cortaban para el lanzamiento internacional, sino que su nombre está en el libro Guinnes de los récords por la película con el nombre más largo del mundo:Un fatto di sangue nel comune di Sculiana fra due uomini per causa di una vedova — si sospettano moventi politici. Amore–Morte–Shimmy. Lugano belle. Tarantelle. Tarallucci e vino. Por si esto fuera poco, hace sólo siete años se hizo un remake de su película Travolti da un insolito destino nell’azzurro mare d’agosto. ¿El nuevo título? Swept Away. ¿El director? Guy Ritchie. ¿La protagonista? Madonna.

Films de compromiso político, inicios con Fellini, escritora (de puño y letra) de la historia de la mujer en el cine, récords Guinnes, remakes con Madonna. Parece que a la Wertmüller no le falta de nada.

Lina me guarde. O mejor Arcangela Felice, su verdadero nombre. Arcangela como los ángeles. Y Felice. Después de todo la Wertmüller pinta bien.